¿Qué le ocurre a España? –pregunta Nora leyendo
la prensa de internet. Todo está convulso, cambiante, todo es opinable,
revisable, mentible, estafable… Desde la cara de botijo del jefecillo
gibraltareño, hasta los pijos catalanes (que no Cataluña) que quieren que el
cortijo (la masía) no se lo toque “naide ni denguno” para mangonearla a su
gusto (como ahora pero mucho más), los silencios interminables de Rajoy, la
sonrisa de cartón de ese “nitot indultat”
que es el rey Artur y un largo etc. entre los que está el toro de Tordesillas,
el robo de los bancos y cajas, la corrupción sindical y mil cosas más. Las
opiniones de la gente en los diarios digitales muestran un nivel de irritación
y mala leche que a veces raya ya en lo peligroso. La gente se insulta gravemente
en lugar de opinar y pocos son los que se muestran equidistantes, sosegados,
reflexivos… La mala leche, la incultura, el odio, el rencor y la envidia se
instalaron en el panorama nacional con gran fuerza. Y alguien lo alimenta.
Siempre hemos tenido mala leche, Nora,
nosotros somos así. Tal vez porque la falta de educación es un mal endémico de
un tiempo a esta parte. Y es que estamos hasta el gorro de unos y de otros. Y
nos estamos dando cuenta de que al final todo es lo mismo, y que tal vez haga
falta un cambio profundo. Eso es lo que la sociedad esperaba cuando el gobierno
propuso los recortes. Que empezasen por arriba. Pero visto lo visto, y que ninguno
de ellos quiere perder sus privilegios, ni su coche oficial, ni sus prebendas,
ni sus mariscadas… nos damos cuenta de que todo esto es un tinglado más. Ya
viene de lejos. Empezó a saberse desde la época de Felipe González y así
llevamos hasta llegar a Bárcenas y los ERE andaluces. Todo es fruto de lo
mismo. Al final, reconoce Nora, que el gran fracaso de nuestra sociedad es la educación.
-¿Y por qué no se empieza de abajo a arriba?
-Eso es muy peligroso Nora. Se llama
revolución. Empiezan de una forma y… no se sabe cómo puede acabar. Lo sensato
es empezar de arriba abajo. E implicar a los de abajo, siguiendo el ejemplo de
los de arriba. Y en el centro nos encontramos si somos todos coherentes. Pero
los de arriba… no quieren bajarse del burro, Nora. Así que esto, lo que se
pueda arreglar, no es más que pan para hoy y hambre para mañana. Dentro de unos
años volveremos a empezar. Y siempre estamos empezando.
-Esa parece ser la historia de España. A
estas alturas aun no se sabe quiénes somos, ni cuántos.
-Efectivamente. Y lo peor del caso es que esa
falta de educación es fomentada por los de arriba para sus fines. Caso nacionalistas
catalanes, por ejemplo. O vascos. A estas alturas los niños catalanes y vascos
han crecido, ya varias generaciones, creyendo que España es una asesina de sus
libertades, una ladrona de sus derechos. Ellos, precisamente ellos, que han disfrutado
de lo mejor de España durante siglos, y que en nombre de España han conquistado,
descubierto y comerciado con todo el mundo.
-Vaya tela.
-Así es, Nora. Los ricos quieren marcharse. Y
no saben, ni les importa saber, que son ricos porque han sido españoles y favorecidos
por España.
Pero todo tiene aun más pelendengues, Nora.
Sabiendo que no cumplen con las normas básicas recogidas en la constitución, nadie
les ha parado los pies, y han ido creciendo y creciendo, confiados en sí
mismos. Y sucede que con la ley en la mano, la Guardia Civil debería arrestar a
toso estos, inhabilitarlos de por vida, juzgarles por traidores, ladrones y mil
cosas más y cambiar las cosas que hay que cambiar. Empezando, y ellos lo saben
muy bien, por la educación.
Con la comida no se juega. Quiero decir, que
hay cosas que no se deben dejar en manos de las autonomías. La seguridad, la
educación, la justicia, la medicina. Los pilares de un país. No puede estar
nada de eso en mano de tontos y locos o gente que se mira el ombligo.
Es muy fácil engañar a la gente. La gente, la
masa, es obediente, alegremente ingenua, felizmente soñadora de paraísos y
simplezas. Antes, a los niños, se les asustaba con el coco. ¡Que viene el coco
y se lleva a los niños que duermen poco! Decían los padres. ¡El hombre del
saco! Jajaja. Pues parece mentira que eso todavía tenga efecto. Donde decimos
niño pongamos gente, en general. Masa. Pueblo. ¡Que viene España! ¡Qué España nos
roba! Y los niños, la gente, se lo cree. Parece mentira, pero así es.
Eso funciona así desde siempre. Ese gran antropólogo
y divulgador que es Marvin Harris lo dice muy clarito en ese libro tan
estupendo que es “Caníbales y Reyes”, sobre el origen de las culturas. Dice
Harris que el hecho de tener enemigos externos crea un sentimiento de identidad
grupal e intensifica el espíritu de cuerpo. El grupo que lucha unido permanece
unido.
Luego no hay más que repetir una y mil veces
cada día desde todos los medios, incluso desde los libros de texto las ideas
que ellos quieran para que eso cale. Y ahí estamos. ¿Por qué no se ha puesto
remedio? ¿Miedo? ¿Son todos iguales y por eso nadie quiere poner el cascabel al
gato? Antes diríamos que falta un par.
Nadie, ni políticos, ni jueces, ni militares… nadie quiere lidiar ese toro y
que le digan faaachaaaa. Joder. Facha. Eso es mucho. Y no hay nadie que
desmonte, ni tenga un plan para deshacer tamaño artificio. Y así nos va.
Necesitamos una nueva generación de políticos
y de jueces capaces de tener las manos libres y la conciencia limpia para
someter al país entero a unos cambios necesarios para ser un país del siglo
XXI. Y un pilar fundamental es la educación, que debe producir gentes con otra
mentalidad. ¿Qué es eso de lancear a un toro en la fiesta del pueblo? Pareciera
que el toro es España.
Ya te digo Nora: educación, es el secreto.
FIN