domingo, 15 de febrero de 2015

HAGAN SU CONCILIO, POR FAVOR.



Ya no tenemos patria, si acaso la tuvimos alguna vez. Resulta chocante, y cansina, esa expresión generalizada en nuestro políticos: «en este país…»
No creo que esa expresión la diga un francés, o un alemán, o un italiano, o un británico, o… Cuando los políticos hablan de su país dicen su nombre propio: Francia, Alemania, Italia… etc.
¿De dónde nos viene a nosotros esta expresión? Indudablemente es una forma de evitar decir el nombre, conscientemente, por tanto debemos contar para la respuesta con los dos pilares que han conformado nuestro desaguisado interior: la izquierda, que es quien  propone palabras y conceptos y les da marcha, y la derecha que es quien las asume. Pero la voz cantante en estas cuestiones, como en casi todo, la lleva la izquierda. La izquierda, en España, crea escuela para todo. La derecha ni crea ni se destruye, solo se transforma… en una izquierda pequeñita, con miedos y rubores infantiles.
Que todos somos hijos de la historia, desde luego es una perogrullada, pero, incluso aquellos países cuya historia es infinitamente más intrincada que la nuestra asumen su nombre y por tanto su historia. Lo contrario sería perder la memoria, y sin pasado no hay presente claro ni futuro predecible. Así sabremos que vamos del punto A al C, pero que no debemos pasar por B, porque la vez que lo hicimos nos salió mal y pasaron muchas y malas cosas. El pasado es una lección permanente que, bien asumido, sirve para corregir el rumbo y enmendar errores. Hay que mirar al frente, apechugar con lo que hay y seguir escribiendo la historia sin borrar nada, porque queda ahí como referente histórico. Pero en España, en “este país”, no sucede así. Ahora queremos borrar nombres del pasado en las calles y cosas por el estilo. Es un intento constante de borrar de nuestra memoria sucesos que no gustaron o no fueron provechosos para un determinado sector político. Eso es algo muy de la izquierda, que entiende que el único mundo posible y permitido es el suyo. Es el maniqueísmo puro y duro que les es tan propio. Ellos son los buenos y todo lo demás es malo por sí mismo. Porque de la maldad no puede salir más que el mal. En cambio de la bondad… La bondad les pertenece, la justicia y el amor al prójimo les pertenece desde el origen. En la escenita de Adán, Eva y la serpiente, adivinen a qué grupo político pertenecía cada uno de ellos. ¿Quién creen ustedes que hizo el paraíso? No sean ingenuos, por Dios.
En este afán por borrar la memoria de los españoles, de “resetearla”, como se dice ahora, suceden cosas verdaderamente repugnantes. En tiempos de Aznar, por ejemplo, aún con sus enormes fallos,  España vivió tiempos de bonanza económica y también en política internacional como no los había vivido desde hacía… uf, ni se sabe. Eso, naturalmente, no podía quedar en la memoria colectiva.  De ninguna manera. Hay que destruirlo como sea. Y ahí llevan, desde entonces, sacudiéndole por todas partes, y así seguirán hasta que se muera, y entonces le harán un epitafio poniéndolo de fascista y nazi a tope, para enterrarlo bien enterrado y si quedara algún recuerdo, que sea bañado en el odio suficiente. El muerto enterrado boca abajo y una enorme losa de piedra encima. Por si acaso. Aún recuerdo los chistes en las series de TV más populares: “eres más feo que el bigotillo de Aznar”, y cosas por el estilo. A nadie se le ocurrió jamás decir…”eres más mentiroso que Felipe González”, pongo por caso.
Es un empecinamiento que siempre ha llamado la atención. Es una querencia del tiempo pasado y una negación del tiempo presente. Ningún avance es posible, más que por el camino que ellos marquen. Y así es, así hemos vivido muchos años y así continuamos, de modo que las puertas del siglo XXI siguen cerradas para nosotros, que queremos cerrar todavía el XX pero… «de otra manera».  De modo que estrenado ya el siglo, continuamos en muchos aspectos, influidos por nuestros dirigentes políticos, caminando con las zapatillas de esparto atadas con cintas de otras épocas. Y resulta ya ridículo. La gente en general, y la gente joven en particular, desea ya una España  moderna, que mire al frente. Necesitamos como el comer un proyecto claro de futuro, basado en una relación entre los españoles y España, con otros aires.
Pero esto no sucederá mientras la izquierda no asuma la historia, buena y/o mala. Incluso se advierte un deseo en volver atrás, a determinados momentos. Como si el tiempo no hubiese pasado. Y la derecha, vacía de ideas e ideales, asume esas posturas y no aporta nada. Habla floja, cayéndosele las palabras de la boca, como muertas y sin ánimo. Con semejante actitud no convencen a nadie. Un líder debe creer en sí mismo y en lo que dice. Eso la izquierda lo sabe y aprende muy bien en la primera lección. Otra cosa es que la creencia sea correcta.
¿Se imaginan un programa de Televisión como el del pequeño Wyoming, pero dedicado a sacudirle a la izquierda y levantarle todas las falsedades e hipocresías? Yo no.
De modo que entre la cobardía, falta de espíritu e ideas de la derecha, la izquierda juega sola todos los partidos y lleva la voz cantante en tantas y tantas cosas…
Y entre tanto, el gallego que sonríe sin dientes, ocupado, y hace bien, en la economía, y sólo en la economía. Pero… ¿no hay nadie más para hacer política? ¿No hay nadie que diga algo más de tantas y tantas cosas?
Están acohonaditos, porque saben que cualquier batalla que se plantee, por insignificante que parezca, se verá sometida a un bombardeo intensivo de las fuerzas armadas de la izquierda, desde todos los frentes, que son muchos, y entre su fiel infantería y la artillería que viene detrás (piensen y verán periodistas y grupos de comunicación), asegura que ninguna batalla sea perdida, por pequeña que sea. Ellos no desechan nada. Todas las ideas les pertenecen, de modo que cualquier idea, plan educativo, económico o de lo que sea que salga de la derecha, debe ser atacado, ridiculizado y destruido. Y claro, el mundo se llenó de cobardes, aunque de vez en cuando algún héroe se deja ver, aun a sabiendas que será vapuleado y vilipendiado diaria y constantemente. Ministro Wert, por ejemplo. Así que los demás andan escondidos.

En política, las izquierdas se pasaron tres pueblos, y la derecha no llegó a ninguno. Y así estamos. Está claro que una revisión de los ideales, las maneras y las formas de los partidos políticos sería muy beneficiosa para todos. Nuestra entrada en el siglo XXI pasa por ahí. De modo que cada uno haga su concilio, por favor.