Una vez más, todos los enemigos
dentro. Hablamos de España, claro. Los franceses nos acaban de dar un ejemplo
magnífico de respuesta a la barbarie cantando su himno por las calles. Incluso
en el fútbol en la GB lo han cantado. Ha sido emocionante ver a toda la clase
política francesa reunida y unida,
cantando juntos su himno. Y allí, como aquí, en el parlamento hay desde la
extrema izquierda a la extrema derecha. Aquí, en cambio, además de silbar el
nuestro y de que no tenemos un himno
cantable (fallo garrafal), siempre hay elementos internos dispuestos a mostrar
la perversión de España y lo buenos que son los criminales. Ya han salido en
los medios estos pacifistas extraños, siempre atentos al sufrir de los que
matan y a sentir a España como un monstruo sin alma ni cabeza, capaz de comerse
a los niños en las mismas entrañas de la madre. Somos malos malasombra, somos malos
de verdad... etc. Recuerden los que puedan recordar.
Los españoles lo tenemos
realmente difícil. ¿Cómo unirnos contra un enemigo si hay españoles que odian a
España? Siempre hay mensajeros de la paz, jipis tardíos, que no comprenden, porque tienen ya revenida la mente de
tanto odio a sus propia historia, que nosotros, con nuestras cosas buenas y malas, como todo el mundo, estamos
en Europa, y tenemos una tradición cultural que es la que nos ha traído hasta aquí y nos ha protegido de la barbarie
medieval. A pesar de los pesares de guerras, hemos llegado a la paz y concordia
entre nuestras naciones. Véase la Comunidad Europea.Y que otros, de fuera,
desearían que esa hegemonía que Europa ha tenido en el mundo (con su bueno y su
malo) acabe para siempre y retornemos a la edad media.
Qué envidia esos países que
discuten sus cosas sin discutir al país. Que difieren en el modo de hacer, o de
entender determinadas políticas, pero no cuestionan su país. Que cantan su
himno en momentos de gloria y lo mismo hacen cuando arrecian las balas y caen
herido y muertos. Saber que uno es francés, alemán, inglés, griego, italiano,
danés, noruego, sueco... Saber que perteneces a una historia y una cultura... Saber
que nada ni nadie es perfecto pero que ahí seguimos... cabalgando juntos...
Qué hermosa lección aquí jamás
aprendida. Y lo más extraño es que se renuevan las generaciones pero siguen
pensando igual. Es una tradición que se pasa de padres a hijos o... vaya usted
a saber, pero desde luego hay una escuela de aprendizaje de odio a España y lo
español que funciona sin cesar y con éxito. Por lo visto el odio se transmite
mucho mejor que el amor.
Eso, entre otras cosas, nos pasa
por ese invento del demonio que han sido las autonomías. Autonosuyas. Cada uno
de los partidos ha visto la oportunidad de hacer su propia España, o mejor su propio país, con su propia lengua,
sus propios ideales, su propio himno... España se rompió con las autonomías. Si
el abuelito lo dejó todo atado y bien atado, los cordones que nos unían se
rompieron cuando las autonosuyas. Mientras que alemanes y británicos se han
unido, nosotros estamos siempre intentando la fragmentación y que no exista la
unidad española.
La izquierda, la verdadera transmisora
cultural en España desde la juventud, transmite ese odio, con la indiferencia de
la derecha ocupada en sus negocios. Porque no se ven gentes de letras, filósofos
o científicos que dediquen parte de su vida a hacer pedagogía en los medios de
comunicación. Dominados además por eso que se llama "progresía", que
es el no va más de la razón, el bien pensar y la rectitud moral. Son dueños
hasta del lenguaje, y por tanto nadie
les da réplica, y los pocos que hay, los medios se encargan de presentarlos
como ultras locos de atar, característicos, gente sin alma que, fíjate tú, que cosas dice este
de la derechona. Y si son de la "cadena de los obispos", como se
encargan muy bien de explicar, son todos unos meapilas trasnochados partidarios
de la inquisición hasta cuando van a comer pipas.
Qué suerte tiene Europa de unirse
y comprender cuando algo grave sucede a alguno de sus miembros. En cambio aquí,
qué comprensivos, que atentos, que amorosa acogida a todo aquello que nos
reviente como país.
Ser español cansa, es una lucha
diaria. La próxima vez que nazca...