jueves, 11 de diciembre de 2014

EL ARTE DE MENTIR

En un mundo donde las relaciones  entre la gente, estimulados por las redes sociales y los medios de comunicación, son tan poderosos e intensos, en ese mundo, digo, predomina como nunca la mentira como una forma natural de existencia. Desde luego que siempre se ha mentido. Apareció esto que llamamos homo sapiens, y nació la mentira. Porque la mentira es muy útil, tiene muchas aplicaciones. El hombre que se disfrazaba de ciervo, se movía como un ciervo y berreaba como un ciervo le permitía cazar ciervos.  Hoy se sigue usando la mentira en todas sus formas y de manera constante; tanto ya, que es materialmente imposible distinguir verdad y mentira. Y además van apareciendo formas nuevas. Por ejemplo en bancos, instituciones etc.  Allá donde pensábamos que la cosa era muy, muy, muy sería, y que no nos mentirían jamás, porque… cómo va a ser posible eso… pues nos han mentido muy, muy, muy mucho. Pienso en política y en religión. Y todo es política y todo es religión.
Son dos aspectos de la vida humana donde más y más fácilmente nos han mentido.  Desde políticos que gustaban contar su propia biografía, poniéndose por las nubes, claro, hasta quien hace desaparecer del mapa a cualquiera que le pueda hacer sombra en la historia, hasta quien nos roba porque lo público no es de nadie;  y también quien dice conocer a Dios tanto que se permite hablar en su nombre y contar todos los disparates posibles, y con pretexto de su favor especial y muy particular, nombrar reyes y emperadores o escribir leyes extrañas y contra natura. Y a ver quién es el guapo que no cree. Siempre hay, en política o en religión, una Inquisición dispuesta a castigar a los no creyentes.  
Es fácil y explicable que sea en política y religión donde más se mienta, por la sencilla razón de que ambas penetran mucho en el corazón, en los sentimientos de las gentes y poco en la razón. Pero si tuviésemos la posibilidad de pensar seriamente sobre asuntos religiosos y/o políticos, tantas veces de la mano, durante un buen rato, seguramente sentiríamos un escalofrío, una vergüenza que nos llevaría a huir de nosotros mismos, espantados por el ridículo, y nos invitaría a correr a refugiarnos en las cálidas y acogedoras aguas de la mentira. Nuestra madre acogedora.
  Vivir en la mentira es ya una necesidad. Es tan gorda la cosa, el montaje es tan soberbio, con tantas tradiciones que forman ya parte de nuestra cultura  que destruyéndolas nos destruiríamos a nosotros mismos. Mentir es ya tan necesario como respirar. Los humanos hemos construido un imperio mundial basado en la mentira. De ahí la necesidad de que sigamos en ello, porque de lo contrario el edificio podría caerse y sería peor. Por eso ahora… es incluso mucho más fácil, y ya nos colocan todas las facilidades para que desde bien pequeñitos practiquemos la mentira como una base normal, fundamental, de nuestra relación con los demás y la vida toda. Aprender a mentir es fundamental.
¡Es tan fácil!...  Según vamos tejiendo el intrincado mapa de las relaciones humanas, incrementado por los conocimientos científicos y tecnología, vamos también tejiendo, de forma paralela el mundo de la mentira pero ahora con bordados y puntillas. Incluso las verdades a medias, hay que recordar, son mentiras. Internet, por ejemplo, da muchísimas oportunidades de mentir, dado que el anonimato, o al menos el no verse las caras, no nos delata. Ya saben, a veces los ojos nos descubren. Pero ojos que no ven…
Es normal mentir en la biografía de uno mismo en internet. Incluso en el currículum lo hacen algunas personalidades políticas de alto rango. Sin ningún rubor. Cosa no increíble, porque desde siempre los altos cargos de la administración nos han mentido. Desde la prehistoria. De manera que cuando creíamos que la profusión de medios de comunicación nos iba a librar de ese componente maligno de la sangre, resulta que no ha hecho más que vacunarnos contra su dolor y hacernos adictos a ella.
Así que instalados en la mentira, no nos queda más remedio que mentir…. y   asumir las mentiras de los demás. El mundo es pues muy falso, una tramoya que esconde oscuros intereses, egoísmos increíbles y ansias de poder y control de los demás.
E aquí tres frases sobre la mentira que, bien meditadas, aclaran mucho la situación que producen:
-«Lo que más me preocupa no es que me hayas mentido, sino que, de ahora en adelante, ya no podré creer más en ti.»  Friedrich Nietzsche.
-«El que dice una mentira no sabe qué tarea ha asumido, porque estará obligado a inventar veinte más para sostener la certeza de esta primera.» Alexander Pope.
-«Con una mentira suele irse lejos, pero sin esperanzas de volver.» Proverbio judío.
Y así estamos, sin poder dar marcha atrás, inventando más y más mentiras para sostener el edificio cultural y sin posibilidad alguna de volver a creer en nada ni nadie.
En la nueva película de ciencia ficción posible,  Interstellar, magnífica, por cierto, la humanidad se ve en la necesidad de buscar otro planeta para que el homo sapiens no se extinga. Que la humanidad se salve, aunque sea en otro planeta, porque el lugar donde nació ya se ha hecho inhabitable. Lo que no cuenta la película es si el hombre viajará a otros planetas con su misma capacidad de mentir, de hacer el mal, de estafar y engañar. Entonces es más de lo mismo. Allí se podrá vivir, se construirá un nuevo mundo de mentiras, hasta que la nueva humanidad vuelva a joder el planeta y tenga que volver a buscar otro, y así no se sabe cuántos más. Todo, menos cambiar lo fundamental: la humanidad.
¿Pero… acaso podríamos vivir sin mentir? Sospecho que ya no seríamos nosotros. Sería otro ser. Tal vez esos extraños que aparecen en las películas, a veces con vestidos conventuales y voz pacífica y sabia. Esos seres para quienes la vida sigue siendo un misterio sin resolver, pero que más vale que no se resuelva antes que fabular principios extraños, ideas que llaman políticas, o convertidos en religiones extrañas, que solo buscan la manipulación y la uniformidad.

La mentira nos tiene encadenados a un mundo absurdo, donde creemos para sobrevivir, pero sabiendo todos que sólo la verdad nos hará libres. Pero da tanto miedo ser libre…