lunes, 26 de agosto de 2013

¿GIBRALTAR ESPAÑOL?


No sabía Nora nada de Gibraltar, y estos días al salir en los medios el problema de los bloques de cemento y a continuación las colas de la verja y luego todos los rifirrafes que la clásica chulería gibraltareña, refugio secular de golfos produce con las autoridades y gentes de la zona  se muestra muy interesada. De pronto ve como España tiene un espolón en el pie y ha vivido con él durante varios siglos. Y se pregunta por qué. Por qué no hemos puesto solución a estos problemas.
En fin Nora, ya sabes aquella historia de si son galgos o podencos. España siempre está así. No sabemos si vamos o venimos, así que lo mejor es no moverse.
Le vengo a explicar a Nora el origen de la situación. Allá por los 1700… hasta el 1713 en que se firma el tratado de Utrecht España vive una Guerra de Sucesión, como causa de la muerte sin descendencia de Carlos II de España, ultimo descendiente de los Habsburgo. Después de él se instaura en España la dinastía de los Borbones. España se dividió entonces en borbónicos y austracistas (Borbones y Austrias) por la disputa del trono. Sucedió a este rey el Borbón Felipe V. Este produjo en España y Europa una serie de cambios territoriales y de privilegios. Por ejemplo desapareció la corona de Aragón y los fueros catalanes por haber sido chicos malos que apoyaron a los Austrias. O eso dicen. Aunque otros cuentan que no fue así, y que esa es una tergiversación histórica que ha convenido al victimismo catalán para su causa independentista. El caso es que  donde Felipe V ganó la sucesión  fue en la llamada Batalla de Almansa, de ahí que en valenciano, cuando se quiere recordar la “pérdida de los fueros” se diga aquello de… “quan el mal ve d'Almansa a tots alcança.”
Sin complicar más las cosas, el Borbón, que fue proclamado rey de España en Francia (vaya tela, además en el Palacio de Versalles, donde nació) quiso establecer una relación importante entre ambos países, pero los ingleses, que no acaban de integrarse en Europa pero siempre han querido manejarla, se presentó como adversaria ante esta política.  Así que Nora, aquí tenemos lo que tantas veces ha ocurrido en la historia: Inglaterra de una parte, Francia de otra y en medio de ambas España, como  una piel de toro desgarrada a tirones por ambas partes.
Comenzaron las rebajas en las colonias del imperio español en Europa, es decir, las guerras, las políticas y de las otras, disputándose las tierras y colonias españolas allá donde estuvieren. La consecuencia de estas disputas fue el famoso tratado de Utrecht, por el cual, unos y otros despojaron a España de sus posesiones en Europa a cambio de reconocimientos, tierras y cosas así. Y una de las consecuencias fue la entrega de Gibraltar a los ingleses. También la isla de Menorca, que fue conquistada en 1708  por los ingleses (época de Master and Commander, la película, según las historias de Patrick O’Brian) y, después de pasar a lo largo del tiempo por manos francesas e inglesas, acabó de nuevo en manos españolas por el tratado de Amiens en 1802. A los reyes les importaba más su papel de rey que sus tierras. Qué hay de lo mío, decimos ahora.
En fin, que les tocó la lotería a los inglesitos.
Así que ya ves, Nora, que Europa vive todavía las consecuencias de guerras y disputas dinásticas de hace siglos. Los reyes y sus afanes sucesorios nos han dejado en esta orilla de la historia, cansados y maltrechos, cautivos y desarmados.  Es un anacronismo más.
―Y  con esas cosas no solucionadas ¿cómo se va a hacer una Europa Unida? Imposible ―dice ella candorosa.
―Efectivamente Nora, en la mente de los europeos hay mucho odio, muchos rescoldos, mucha mala leche históricamente concentrada. Hemos estado “demasiado juntos” en la historia, y aun en la historia reciente, como es el caso.
―Pero las gentes evolucionan, los países cambian, y quien más quien menos entra, o quiere entrar, con otros aires en el siglo XXI.
―Pero España no es así, Nora.
Fíjate en los partidos políticos. En estos países de primera fila europea, puedes ser del sentir político que quieras, pero siempre prevalece el afecto por tu país. Podrás ser de izquierda, pero francés, o inglés, o alemán, o… Y lo mismo con la derecha. Pero en España no, Nora. En España hay ideas políticas basadas en el odio a España hasta el punto de que los peores enemigos de España no están fuera, sino dentro. Nuestros enemigos están todos aquí. No nos hace falta un ejército porque nuestros enemigos más acérrimos están dentro y cobran del Estado, para más inri. Esta falta de unión en las cuestiones fundamentales, y entre ellas la política exterior, es lo que ha producido la leyenda negra española, el atraso de España, el odio a España de muchos españoles y el aprovechamiento de ese odio para los separatismos, terrorismos y el ninguneo internacional. Estos males perduran en el tiempo porque no hay unión entre los partidos políticos importantes en las cuestiones fundamentales. Otra historia es, Nora, saber de dónde vienen estos males. Es otra historia. Pero fíjate bien, terrorismo, por ejemplo, ha habido en Alemania, en Francia, en Italia, en Inglaterra… De todos desapareció, menos de aquí. ¿Por qué será?
Así que el poco peso que tenemos en el mundo lo debemos a que no creemos en nosotros mismos. Basta que uno diga galgos, para que el otro diga podencos, y así la historia nos va comiendo el tiempo. De modo que es comprensible que los gibraltareños no quieran ser españoles, sino ingleses, porque allí son. Y aquí no sabemos quiénes somos. Y ser o no ser es importante, como dijo el señorito Hamlet.
Fíjate en Hong Kong. Los chinos son chinos. Un bloque. Y con un par… les dijeron a los ingleses que fueran preparando el terreno, que ya tocaba. Pero con un par. Nosotros no podemos hacer eso porque siempre estamos divididos. La oposición es la primera que pone el grito en el cielo en cuanto el gobierno de turno intenta corregir el rumbo de la historia. Representamos permanentemente el divorcio entre nosotros y eso es un enorme signo de debilidad.
Gibraltar será español cuando los españoles seamos todos españoles antes que otra cosa. Y los separatismos quedarán desfasados y los terrorismos serán parte de lo que son: la prehistoria.
Tal vez deberíamos hacernos todos gibraltareños. Al menos ellos saben donde están y lo que quieren.
―Casi preferiría que nos hiciéramos americanos ―dice Nora.
―Me gusta tu idea.


FIN

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