—Estremecedor —me dice Nora—,
el nuevo informe de PISA sobre la enseñanza en España. Una vez más te doy la
razón. El gran fracaso de la sociedad española desde el comienzo de la
“democracia” es la educación. La democracia entre comillas lleva su mensaje.
—Ya te lo digo una y otra vez,
Nora, pero vuelves a errar en el análisis. No ha sido un fracaso. No es en absoluto un
fracaso. Es un éxito total. Está clarísimo que los que hicieron los diferentes
planes de estudios, el sistema educativo en su conjunto, no querían hacer más
que lo que ha salido. Como decía un famoso periodista, cada niño es un Peter
Pan en un mundo feliz donde siempre se es niño y no se asumen responsabilidades
ni esfuerzos porque son frustrantes, y ser feliz es lo primero y único en la
vida. El cielo aquí y ahora. El paraíso ya. Para qué esperar más, como dice la
iglesia católica. El sistema de estudios español lleva por título: En Busca De
La Felicidad. Los padres, que también fueron adoctrinados en este sentido, no
hacen más que repetir cuando los críos entran al cole: ¡Pásatelo bien! Esa es
la consigna, el lema, el motivo de la escuela y la existencia toda.
Y claro que lo pasan bien. Como nunca. Teatros, excursiones, festivales, talleres, viajes en avión, tren, autobús,
barco… Nunca ha habido tanta actividad en el cole, nunca tanto dinero, ni
tampoco tanta burocracia. Apenas queda tiempo para estudiar y aprender cositas.
¡Estamos tan ocupados! Dicen lo maestros con toda razón.
Y entre tanta ocupación los
niños no tienen tiempo de aprender las tablas (para qué, si hay calculadoras),
o escribir (está el Word), o saber nada, ya está la Wikipedia. ¿Y el esfuerzo? Es frustrante e impide gozar de la niñez. Jajaja.
Me comentaba un profe el otro
día que puso un trabajo de música que consistía en averiguar y contar algo de
músicos que hubieran sido ciegos. Los niños que participaron lo hicieron
copiando páginas enteras y fotos de la Wikipedia o similares de Internet. Nadie
se informó y luego escribió, a su estilo, un resumen aportando algo personal.
Tan solo copia y pega. Odio al esfuerzo, premio a la abulia, la apatía el
desinterés. Todo tiene que ser a base de juegos, y la cultura, el saber, es
cosa muy seria —me decía otro profe desencantado con la profesión—. Son
millares los profesionales de la enseñanza que están hartos de todo y de todos.
Y como siempre si los unos
convierten la escuela en una fábrica de hacer Peter Panes, los otros la quieren
convertir en una fábrica de fontaneros, electricistas, carpinteros…
No estaría mal, si el dinamismo
social absorbiera luego a esos profesionales. Pero tampoco hay trabajo, no
existe tal dinamismo. Así que a la educación entre unos y otros la mataron y ella sola se
murió.
Todos los males vienen de ahí,
efectivamente, Nora. El saber, el saber ser y el saber estar no forman parte de
nuestros objetivos. Los que manejan el asunto tienen ahí, repetidamente, un
suspenso mayúsculo. Además llevan repitiendo curso ni se sabe ya cuántos años.
La cosa no es que esos políticos no sepan, que seguro que no saben, es que
además no quieren. Por eso Nora, lo primero que hay que hacer, con toda
urgencia, es arrebatar a los políticos la educación y la cultura. Que no sean
ellos quienes la modifiquen a su antojo cada vez que uno sube al poder. Hay que
sacar el sistema educativo de los vaivenes y codicias de la política.
Hay gente buena, honrada,
eficaz, capaz de hacer un plan de estudios para resucitar a la sociedad española
y ponerla en el siglo XXI. Y que dure muchos años el plan. Porque tiene que ser
un plan que modifique la conducta de los españoles, que le haga ver cuáles son
los auténticos valores y que se conviertan en parte sustancial de nuestro ADN
social. Y cuando hablamos de valores no tiene nada que ver con meapilas. El
esfuerzo, el valorar la cultura y la honradez, son tres ejemplos. Y que para
cambiar la ley, dentro de muchos años, tenga que haber un consenso súper entre todos
los componentes de ese grupo. Se hizo cuando la constitución y se puede y se
debe hacer ahora. Si no lo hacen están descalificados como dirigentes sociales ante
los ciudadanos.
—¿Y eso que dicen unos que
cuando lleguen al poder derogarán la nueva ley del señor Wert? —dice espantada
Nora.
—Bueno, eso es de una
desfachatez, sinvergonzonería y falta de todo, pero de todo, que tira de
espaldas. Hay que tener pelendengues para decir eso. Un político no puede jamás
reaccionar así. Eso no es un político. Eso es levantar con desespero la bandera
de su mamandurria y gritar… ¡que me quitan lo mío…! Y claro les entra el terror
y con él la venganza.
Ellos, los políticos, son una
de las gravísimas consecuencias del sistema educativo español, creado por ellos
mismos. Si consiguieran verse en el espejo se verían como lo que han sido y son
para nosotros, frustrantes, castrantes, embusteros, hipócritas, demagogos, palabreros,
vividores… y alguna cosilla más que tiene que ver con la economía. ¿De dónde
viene esa falta de honradez y de escrúpulos? De la falta de educación. De la
falta de estudio de ética, moral, filosofía, amén de las ciencias y letras
debidas. Ellos son la consecuencia.
Más cultura y menos política
señores.
—Y menos políticos —dice Nora.
Eso. También eso.
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