En ciertos
momentos oscuros vuelven las viejas canciones a
iluminar los caminos de la vida. En estos días alegres en la espera de
la nieta, un amigo emprendió el regreso a las estrellas, de donde todos venimos
y a donde volveremos también algún día, ojalá que tarde, ahítos y cansados de
disfrutarnos unos de otros y de contemplar la hermosura de la sencillez
natural: la salida y puesta del sol, la lluvia, las nubes, el viento, el mar
calmo o embravecido… esas cosas naturales de las que cada vez parece que quedan
menos, pero que están y que son, junto con los seres queridos, lo más hermoso
de la vida. Las estrellas le reclamaron urgente cuando aún nadie estábamos
saciados de él y su compañía, su presencia, era todavía regocijo de su familia
y amigos, entre los que me encuentro. Mi amigo Paco, Paquito, murió. Justo es
decir el enorme vacío que deja en su mujer y nuestra amiga, y en sus hijos. Y también en nosotros, sus amigos. Y aquí viene la antigua canción de Alberto Cortez.
Cuando
un amigo se va
deja
un espacio vacío,
que
no puede llenar
la
llegada de otro amigo.
Entre otras cosas porque mi amigo Paquito era
único. Su humor, su talante positivo, su fuerza interior para afrontar la vida,
su naturaleza deportista y fuerte no fueron suficientes motivos para que las
estrellas nos lo dejaran un tiempo más. Era un fichaje. Su fichaje. Ahora me lo
imagino allá, todo de blanco, como su Madrid, tal vez echando un partidillo con
los ángeles. De Paquito no me extrañaría en absoluto.
Historias
para contar, desde pequeños, hay tantas, como es natural, que en estas horas
tristes asoman, para consuelo, desde el
baúl de los recuerdos, donde dormían. Paquito, puro nervio, cogía de vez en
cuando tics nerviosos que le acompañaban un tiempo. Y todos a la vez, los llevaba con la soltura y
dignidad en él habituales. Íbamos caminando por la calle y de pronto emitía
extraños sonidos guturales, se golpeaba con el canto de la mano el pecho
repetidas veces o chocaba un pie con otro. Todo a la vez. Y cuando nos reíamos
los demás de aquella manifestación de nerviosos él era el primero en reírse.
Era su carácter. Su buena naturaleza le llevaba a reírse de sí mismo con tanta
naturalidad que a los demás nos contagiaba su risa. Si nos contaba un chiste,
seguramente no podía acabarlo porque comenzaba él a reírse y nosotros, sin
enterarnos del chiste, nos reíamos con ganas también de verlo a él partirse de
risa.
Mi amigo Paquito
era todo un personaje. Aún le veo, junto con su hermano, descargar camiones de
Casera, fuertes ambos, él puro nervio. Una caja, y otra, y otra, y otra… Gran
trabajador, hijo disciplinado, estuvo siempre al pie del cañón del negocio
familiar, como mandan, mandaban, los cánones.
Paquito
encontró un día a Maen, su mujer, como el caminante se encuentra un día una gema en el camino.
Desde aquel día se iluminó todo y fue feliz. Y así hasta que su luz se apagó
aquí, en la tierra, aunque si se dan ustedes cuenta, en la noche brilla una
nueva luz entre las estrellas.
Cuando
un amigo se va
se queda un árbol caído
que ya no vuelve a brotar
porque el viento lo ha vencido.
se queda un árbol caído
que ya no vuelve a brotar
porque el viento lo ha vencido.
Pero siempre
nos quedarán las estrellas, Paquito. Guárdanos sitio, pero no tengas prisa oye,
mira que me nace una nieta, y quiero saborear esos ratitos… Que ya vendrán los
tiempos de luz en la oscuridad del firmamento, y juntos una vez más, miraremos
desde lo alto a los que aquí quedan, afanados en la vida diaria para pena y
goce de ellos y satisfacción nuestra.
Descansa en
paz, amigo Paquito, relájate, y danos tiempo de espera. Entre tanto vete
haciendo una liguilla, que creo que los ángeles andan torpes en
estrategias futboleras, y así te
entretienes y los entrenas.
Un abrazo.
Ese era mi cuñado, como ha relatado su amigo de la infancia, Vicente Molins, puro nervio, como Vicente lo describe y guasón como el sólo , un tío peculiar, amigo de sus amigos y defensor de su familia. Me faltaría tiempo para contar historias vividas con él, algunas súper graciosas, así cómo para no poder parar de reir ,así lo recordaré. Hasta siempre cuñado, te queremos.
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