miércoles, 3 de abril de 2013

NORA, SHAKESPEARE Y EL AMOR








Ahora que poco a poco la primavera asoma tímidamente la cabeza, a ver si el invierno se ha ido y puede entrar por fin, y que las tardes alargan que hay que ver el gusto que da, Nora y yo aprovechamos para pasear por las urbanizaciones, de jardín en jardín, de parque en parque, de descampado en descampado. Son excursiones preciosas que nos encantan a los dos. A Nora le gusta mucho oler, como a todos los perros. Así como nosotros vemos por las manos (nos enseñan una cosa y decimos… a ver… y queremos tocarlo), lo perros ven por el olfato. Muchas veces nos reconoce más por el olfato que por la vista. Pues bien, lo huele todo, solo que como tiene los belfitos que le cuelgan, en cuanto huele algo se restriega y llena de tierra los morros, o de polen, o… vaya usted a saber. Así que una de las primeras cosas que hay  que hacer es llevar toallitas húmedas y pañuelos  para ir limpiándole de vez en cuando. Y al volver a casa, lavado de patas y cara totales. Ella, como lo tiene asumido, se deja hacer, y aguanta los restregones, que uno aprovecha más por sobarle cariñosamente la cara que por limpiarla.
Pues bien, en esas excursiones Nora ve a parejas humanas que a veces van cogidas de la mano, o del brazo, o se dan besos, o se miran con esa cara bobalicona de los enamorados. Me pregunta sobre ese comportamiento y claro, me pone en el disparadero de tener que responder. Menos mal que en el paseo todo fluye con naturalidad. Tal vez eso era lo que sentía el gran Aristóteles, cuando enseñaba paseando por un jardín. ¡Cuánto tiene la escuela actual que aprender de los clásicos! Ah… los clásicos, tan lejos y tan cerca.
Pues verás Nora, ese sentimiento que une a esas personas es el amor. El amor es uno de los aspectos más raros del ser humano. Tú, que eres una estudiosa del asunto, te verás muchas veces confundida, porque el amor, como el mismo ser humano, es a veces altruista, a veces egoísta, a veces claro, sencillo y directo, y otras contradictorio, rebuscado y difícil. El humano, ya sabes, todo lo complica, y el campo de juego donde mejor se manifiesta esa tendencia a retorcer, a complicar, y donde  se hacen encajes de bolillos es en el amor. Ya te contaré lo que son encajes de bolillos.
Lo que debe estar claro es que el amor es un sentimiento, que parte de una necesidad, la de compartir, la de encontrar una persona con la que te proyectas en el futuro, compartes vida y experiencias y sirve de complemento a tu personalidad. Hombres y mujeres compartimos los mismos refranes y dichos pero vistos de un lado o del otro. ¿Mujeres? No se puede vivir con ellas ni sin ellas. ¿Hombres? la vida no es posible con ellos ni sin ellos… Jaja. Lo que está claro es que el amor revoluciona el interior, el exterior y lo pones todo patas arriba. Nos saca de nosotros mismos. Por una vez empezamos a pensar en plural, y no en singular. Decía don Shakespeare: "El que no posee el don de maravillarse ni de entusiasmarse, más le valdría estar muerto, porque sus ojos están cerrados. " Pues con el amor sucede eso, Nora, te maravillas y te entusiasmas. Aunque también decía el bueno de don Williams… "Las heridas que no se ven son las más profundas. " Y esas son las que deja el amor, Nora. Así de jodía es la cosa.
Tú ya sabes lo de las gafas esas de color… etc., pues bien, la gafa más poderosa es el amor. Tiene un cristal tan poderoso que lo transforma todo en un jardín de rosas, un paraíso. El cerebro ya no procesa nada con realidad. Los cinco sentidos, que nos comunican con el mundo y nos dan información sobre él, son filtrados por ese cristal y lo que llega a nuestro cerebro es un cúmulo de falsas noticias, maravillosas todas ellas, las más de las veces… Con el amor ni hace frío, ni calor, ni hambre, ni sed, ni sueño, ni cansancio… Es pues un arma poderosa. Si alguien consiguiera darnos a todos una sustancia que produjera en todos nosotros ese estado permanente, nos haría  esclavos suyos. Y encima contentos. Pero no demos pistas, porfa.
De todas formas hay muchas clases de amor. Y no todas son lo mismo ni le impulsan las mismas motivaciones. Hay amores generosos, que solo ven en el otro una ocasión de ayudar. Hay amores capaces de dar la vida por otras personas, con el permiso del señor Freud. Pero ya te dije que el amor es muchas veces contradictorio, difícil. Juegan en el mismo partido muchos elementos, algunos de ellos tal vez poco mostrables. Todo sale al fin, del fondo de uno mismo, y como el amor te pone del revés, como un calcetín, a veces salen cosas que uno guardaba para sí, en lo más escondido de su personalidad. Hay de todo en la vida, Nora. Por eso el amor, además de maravillosa sensación de plenitud y bienestar, es también una gran trampa. Es, puede ser, el mejor muestrario de nuestras contradicciones, de lo mejor y peor de una persona. Ya se dice entre nosotros que del amor al odio hay un paso. Y es que todo está tan junto, tan cercano todo al corazón, que en un momento… el camino que se abre puede ser uno u otro.
―Uf… no sé si te sigo. Eso del amor es agotador.
―Jajaja Sí lo es. Porque el amor te estruja el cerebro. Tu cerebro piensa por y para la otra persona. Y no para de pensar.
También sucede una cosa Nora. La palabra amor está hoy… mal vista. Está desvirtuada, desgastada. Se emplea demasiadas veces para definir demasiadas cosas. Por eso hablar de amor, resulta incómodo, a veces incluso ridículo. Hemos prostituido la palabra amor, siendo como es, y a pesar de todo, una de las palabras más hermosas del diccionario humano. Motor de la vida, y a veces destructor de la misma. Pero como toda genialidad creadora, el amor es así, capaz de crear o… de destruir.
―¿Y por qué dicen eso de que “Dios es amor”? ¿Es que tiene novia?
―Jajaja… Pues…verás, Nora. Para los creyentes en Dios se supone que el mundo es una obra de amor suya. Una creación. Ya te he dicho que el amor goza de una gran potencia creadora.
―Y destructora.
―Eso es. Tal vez Dios se sintiese solo en su magnificencia eterna, se aburriera de que nadie contemplase su grandiosidad y decidió que una parte de él se transformase en mundos, espacios, tiempos, estrellas, planetas, vida… No creo que el que lo creó quiera destruirlo, pero con el amor, Nora, nunca se sabe. “La maté porque era mía” dicen algunos. Jaja. No veo yo a ese dios diciendo lo mismo. Jaja Sería muy fuerte. Pero lo que sí es cierto es que desde que el mundo es mundo, desde la formación del espacio, también se formó el tiempo, y el tiempo Nora… puede llegar a su fin. Quién sabe cuándo ni cuánto.
―Uufff… No sé si estoy peor que antes de preguntarte.
―No me extraña. Esto del amor es lo más confuso que existe en el comportamiento humano. Se unen en él demasiadas cosas, buenas y malas.
―¿Por qué los perritos no sentimos amor?
―Joder, Nora, eso sí me toca los nísperos, ¿ves? ¿Quién te ha dicho eso? Claro que los perritos sentís amor. Lo que sucede es que el amor es muy variado, ya te digo. Hay amor de  muchas clases. No es lo mismo el amor entre mujer y hombre, que entre madres o padres e hijos, que entre hermanos, que entre amigos, o que una persona que va a otros países a ayudar al prójimo… O el amor tan cariñoso que te damos nosotros, tu familia… y tú nos lo das a nosotros… Todo es amor, Nora. Es una palabra que no es propiedad de nadie, es universal e indica el afecto y la disposición de ayuda hacia los demás, y que muchas veces implica sacrificios. “Obras, son amores, y no buenas razones” dice el refrán. ¿No acudes tú a nosotros a llenarnos de besos en cualquier momento? ¿No te alegras cuando estamos alegres y nos das besos cuando estamos tristes? ¿No llenas nuestras vidas cuando están vacías? ¿No te abrazamos, te limpiamos, nos preocupamos por ti, te llenamos de caricias…?
―Sí.
―Pues entonces. Mira, esto del amor lo dijo muy claramente otra vez el señorito Williams. Te digo dos frases suyas y termino, que hace sol y quiero pasear.
"La prueba de un afecto puro es una lágrima. " Y nosotros lloramos cuando te pones malita, o cuando un ser querido se va.
“Es mejor haber amado y perdido, que no haber amado nunca”
Como ves, Nora, esa gran cabeza del señorito Williams tira por el camino de en medio y nos dice que, a pesar de todo, lo mejor del mundo es amar y ser amado, o, si lo prefieres menos dramático, querer y que te quieran. 
Y ahora… ¡a pasearrr….!

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