martes, 2 de abril de 2013

NORA Y LA FÍSICA CUÁNTICA


                                                 






                Sé que la malcrío, pero no lo puedo resistir. Le compré un ordenador. Uno que parecía de juguete. Me decía yo que para chuparle y morderle estaba bien. Pero, que jodía, se conectaba a internet y pasaba el tiempo desde aquella ventana al mundo,  descubriendo la vida terrestre. Ya me extrañaba a mí que no quisiera salir a pasear. Y es que la tía llevaba ya su plan hecho.
              Total, que una de estas tardes de lluvia, se enfrascó sus gafas de Marilyn Monroe y se puso a su “ordenador” donde pasó toda la tarde. Yo en el mío, ella en el suyo. Oíamos caer la lluvia, fina, menos mal, y el tiempo desapacible invitaba a eso, la reclusión familiar, el relax y la lectura. Y ella no perdió el tiempo, a juzgar por lo que pasó después.
            ―¿Qué es esto de la Teoría de Cuerdas?
              Bueno, me descompuse al momento y me sobrevinieron unas arcadas repentinas que me dejaron la médula espinal en la mismísima puerta de la boca. A mí ya me pareció demasiado para el cuerpo que la perra se interesase por las cosas terrestres, que manejase su ordenador, pero que se interesase por la física cuántica… amigos, eso fue demasiado. Pero… ¿se puede denunciar a un perro por abuso de confianza? Pues no.
              Sus ganas de saber son infinitas. Qué pena que no pueda ir al cole. Estoy seguro que sus ansias  de conocimiento superarían con creces a los niños de la clase. Es que ya lo estoy viendo…  Doctora Nora…  Pero creo que en la escuela, tal como están las cosas, dejaría de interesarse por la vida como lo hace ahora, en plena libertad. En fin, son esas ansias de saber las que me llevan a embestir una y otra vez la capa  preguntona de esta perra torera. No la puedo abandonar. Nora es algo más que una mascota. Es un ser completo. Yo, desde luego, si no va ella al cielo, tampoco quiero ir.
               ―Pues verás… Nora…  ―dije dándome la importancia del ser superior―, es algo muy complejo, muy novedoso. Incluso a mí, que estudié algo de física en el lejano bachillerato, me pilla muuuuy lejos; pero vamos a hacer un esfuerzo.
                Nora se estiró sobre la alfombra. Allí estaba, expectante, con su vestidito de pana verde comprado en el mercadillo de los domingos, sus gafas rosas y su mirada, a la vez inquisidora y paciente que me invitaba a explayarme.  Y eso era lo peor, que ella esperaba mucho de mí.
                ―Pues… verás. Todas las cosas están hechas de algo. Igual que las casas se hacen con ladrillos puestos unos junto a otros o encima de otros, así las cosas se componen de “ladrillos especiales”. Nada hay que se sostenga sobre la nada. Así pues, toda la materia conocida está formada por unos ladrillos llamados átomos, compuestos a su vez de otros más pequeños llamados neutrones y protones. Son tan ínfimos que hace falta un microscopio especial para poder verlos. Pero no vayas a creer que esto es lo más pequeño. Nada de eso. Estos neutrones y protones a su vez están formados por otros aún más pequeños que se llaman quarks. Estas sí que son realmente partículas elementales. Estos quarks tienen nombres curiosos, según se dispongan  unos con otros. Así se llaman, arriba, abajo, encanto, extraño, fondo y cima. Jaja
Nora me mira extasiada, pareciera que en su mente, a falta de pizarra electrónica, se dibujaran estos elementos. Y proseguí:
               ―Un protón, por ejemplo, está formado por dos quarks, arriba y uno abajo. Bien, pues además de estos seis quarks, hay otros seis, llamados leptones y otros elementos que por tener nombre raros  no te comento para que no te pierdas en las definiciones. Pero ya ves qué complejo es el mundo pequeño. Estábamos acostumbrados a la física de las cosas grandes, de lo infinitamente grande, pero resulta que también hay una física de lo infinitamente pequeño. Con la física de las cosas grandes podíamos explicar muchos de los fenómenos que conocíamos hasta ahora, con excepción de algo tan natural como… la gravedad y la partícula asociada a ella, el gravitón.  Fíjate que lo que tenemos a diario, lo que forma parte de nuestra esencia más esencial, la gravedad, se escapaba a todo análisis con la física ordinaria.  Pero esto sucedió hasta que se descubrió la física cuántica. Ahora es posible establecer una teoría cuántica de la gravedad aun siendo dificilísimo a nivel microscópico descubrir los elementos que la forman y cómo actúan. Y aquí es donde entra tu pregunta. La famosa teoría de cuerdas.
                 Nora, viendo que ya entraba en el camino de su pregunta alzó la cabeza y recogió sus patas desparramadas en claro signo de atención extrema. Es decir, no quería perderse nada, y para ello recogía todo su cuerpo en una concentración absoluta. Y continué:
                ―Para entender la teoría  de cuerdas debemos hacernos una pregunta: ¿Todas las diversas partículas que hemos comentado, son en realidad tantas y diversas… o son más bien las distintas manifestaciones de una misma cosa? Ajá, esa es la cuestión, que dijo don Hamlet.
Nora, que ha leído a don Williams Shakespeare, sonríe moviendo la cola y asintiendo con la cabeza porque recuerda ese famoso dilema. Pero sigo:
               ― Pues esa es la idea, Nora, que todas las llamadas “partículas fundamentales” son en realidad manifestaciones diferentes de… una cuerda. Sí, una cuerda en forma de lazo. Qué caprichoso es el mundo. Siempre pensando en cosas tan pequeñas, tan sin dimensiones, es decir en puntos, y ahora salimos con una cuerda. Esto como ves rompe todos los esquemas mentales.
Imagínate por ejemplo un electrón, que ya conoces. Pensábamos que era un punto que no podía hacer otra cosa más que moverse. Pero si tuviéramos un súper microscopio, veríamos que en realidad no es un punto, como te digo, sino una cuerda, un lazo. Este lazo puede oscilar de distintas maneras, y según como oscile vemos un electrón, o un fotón, o un quark… etc.
¿Es asombroso verdad? ¡El mundo hecho con lazos!, Jajaja. ¿Estará cogido con pespuntes? Jajaja…
Nora golpea con fuerza el suelo con el rabo, acompañándome así en la carcajada del descubrimiento feliz.
               ―Pero todo esto Nora, está aun en mantillas. Se conocen partes de la teoría, pero no la teoría completa. Eso sí, promete mucho y hay muchos científicos dándole vueltas al asunto.  Así pues con esta teoría tan sencilla, la física de lo pequeño, los científicos están demostrando cómo funciona el mundo que nos rodea.
               Al terminar la explicación dio unos golpes en la alfombra con el rabo y, mansurrona se incorporó y vino a mí,  a besarme con una serie de  lengüetazos interminables en la mano mientras yo jugaba a cogerle la lengua con los dedos. Luego, dejándome con las ganas de jugar, volvió a su ordenador, incansable, las gafas intelectuales en su sitio, y se perdió de nuevo en los vericuetos interminables del prodigio universal. Me entró tal complejo de sus ganas de saber que me puse a leer a Kant, recordando una de sus frases… “Las cualidades sublimes infunden respeto; las bellas, amor"

             Nora… mi querida Nora… Contigo al cielo o al infierno. Pero contigo.

Fin

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